miércoles, 27 de mayo de 2009

Retrato #4: Que pasó, mano?

En días próximos pasados, mi querido amigo El Chomer,
pasó a mejor vida:
Se fue de este país, se fue de esta ciudad, logró escapar de este trabajo. Definitivamente una mejor vida.
Kaiser del Diseño. No había boceto que pudiera resistir sus mutilaciones. Así lo recordaremos.

El ingobernable

En una de mis múltiples travesías (2) por el sur de nuestro país, un colega de rubia cabellera y su servidor, divisamos en lontananza curioso rótulo que citaba "Clínica de rehabilitación. Atención a alcohólicos, drogadictos e ingobernables". A lo cual, surgió una bonita disertación: ¿Qué es un ingobernable? Acto seguido, el rubio individuo de lo más profundo de su tímida  y silente naturaleza, gritaba a las puertas de la curiosa institución "Soy ingobernable!!!!".

Retrato #3: Mi profesor de periodismo

No me acuerdo ni cómo se llamaba...
Pero por dos semestres, me guió a través de los enigmas e interrogantes de la crónica y la información. Cualquiera que haya tenido el gozo de estudiar en mi honorable institución universitaria, seguro lo conoce.
Su figura remitía a nosotros, sus impresionables educandos, a aquél personaje de la bonita "fantasía animada de ayer y de hoy", jovial cigarra, que dedicaba sus horas a interpretar su violín, haciendo caso omiso de las recomendaciones de las laboriosas hormigas, ávidas de alimento en vísperas de un crudo invierno.

viernes, 22 de mayo de 2009

miércoles, 20 de mayo de 2009

Homenaje al impotente

Otro bonito clásico. 
Originalmente el dibujo estaba concebido como un gag que tenía que ver con un diablo mojado (el porqué de la nariz tan puntiaguda del sujeto) y algo así como aspersores o bomberos. Pero al ver la cara de frustración obtenida, decidí que tenía que ser algo mucho más serio, impactante, capaz de derribar a cualquiera.
Este fue el resultado.

Don Vittorio Darduti

Vittorio Darduti Piaano, es reconocido a nivel mundial como uno de 
los mayores exponentes del tiro con dardo. Toda una leyenda.
Caballero de las dianas. Esteta del jáculo. Profeta de la puntería.
Pionero del tiro en reversa, y el tiro a larga distancia.

Su prolífica carrera tuvo un drástico giro, cuando una de sus armas arrojadizas atravesó uno de los vidrios de mi casa.
Víctima de la censura por parte del los dueños, Vittorio tuvo un adelantado retiro y se dedicó a la meditación.

Pero los rumores de un estrepitoso regreso no cesan.

Retrato #2: Rockeando con...



Otra bonita pieza inédita...
Son de esas, que de verdad no me acuerdo en que momento de mi vida hice. Lo encontré ayer mientras buscaba material para este estoico espacio.
¿Lo conocen? ¿Saben quien es? ¿Es Robert Plant?... no creo

Take a guess , y dejen su comentario.

lunes, 18 de mayo de 2009

"El duende de los stereos"


Cuentan las leyendas, que en el mágico reino de la Colonia Roma y sus alrededores, habita este curioso y travieso ser, que en las noches de luna llena, juega una broma a los habitantes, llevándose el reproductor de los automóviles, dejando a cambio lindos regalos: botellas de Coca vacías, lodo en los tapetes, pequeños y divertidos pedacitos de vidrio en el asiento.

A su servidor lo visitó 3 veces.

Retrato #1: Mi comadre.


"Bebecho huele a Downy"

Arte de Censura



Para comenzar una bonita anécdota:
Hace ya algunos años, a principios del siglo pasado,en el natal pueblo de mi abuela, Tabasco, Zacatecas; (si, como usted lo leyó) los pobladores, por motivo que no recuerdo, decidieron hacer un bonito festival, con todo y su desfile. Dentro del cual, al cartero del pueblo, le tocó un bonito papel. En un folklórico carro alegórico, que narraba folklórica leyenda azteca, personificaba a un "arquero del sol". Subiose pues, el cartero, muy entrado en personaje, arco y taparrabos, a su carroza y comenzó a rondar por el pueblo.
Todo iba bien, hasta que la gente del pueblo comenzó a percatarse que bajo las pseudo-prehispánicas prendas, el cartero dejaba mostrar sus partes púdicas.
La gente del pueblo en hilarante actitud (entre ellas mi bisabuela) corrían, privados, al lado del carro, señalando al guerrero sin poder contenerse. Todos lo veían, todos se reían, pero aquél buen hombre, dando porte de sus capacidades histriónicas jamás se salió del papel, ni para acomodar "sus asuntos". Permaneció en su posé de guerrero, sin titubear, mientras la muchedumbre continuaba maravillada por el espectáculo.
El desfile terminó y pasaron los días.
El correo dejó de llegar.
Del cartero en el pueblo, no se volvió a saber nada.