En aquella inocua fase de mi vida dentro de las aulas, floreció con el paso de los días una bonita amistad con una joven moza. La doncella sostenía en dicha temporada, una relación sentimental con curioso individuo. Un par de encuentros fueron sobrados para resolver que el sujeto era exagerada e injustificadamente engreído y antipático.
¿Qué mejor manera de manifestar mi repulsión hacia el matemático provocador de arcadas, que esbozando un retrato suyo con la primera imagen que brotaba en mi mente al atisbar su corpulenta figura?
La Vox Populi se encargó de dar al boceto cierta notoriedad, y fue acogido por la concurrencia con evidente hilaridad.
La joven moza me retiró el habla.
